martes, 1 de marzo de 2011

Día 1: Volando a Praga

6 de febrero de 2.007

Este blog relata la fantástica semana de vacaciones que pasamos en Praga, una preciosa ciudad a la orilla del río Moldava y capital de la República Checa. Ciudad que vio nacer a Franz Kafka.
Salimos temprano por la mañana desde el aeropuerto de El Prat de Barcelona.

Las vistas desde el avión, cuando puede verse algo, son espectaculares.

Sobrevolamos los Alpes suizos, y la verdad es que es una imagen maravillosa.









Montse en el avión.

Llegamos al aeropuerto de Zurich, en Suiza, donde haríamos trasbordo.



Tras una hora, partimos en otro avión a nuestro destino final: Praga.

A punto de aterrizar en tierra checa.



Al llegar a Praga estaba nevando, pero enseguida paró y no llegó a cuajar.

Desde el aeropuerto, cogimos un autobús que nos llevaría a la ciudad, y allí, cogeríamos el metro hasta el hotel.

Nos hospedamos en el Hotel Angelis, que era limpio, cómodo y estaba situado junto a la fábrica de cerveza Staropramen. ¿Qué más se puede pedir?




El hotel estaba aproximadamente a 15 minutos andando del centro, así que lo primero que hicimos tras descargar las maletas, fue acercarnos al centro paseando para tener un primer contacto con la ciudad.

A las 4:30 de la tarde ya era practicamente de noche.


Los alrededores estaban practicamente desiertos.


Llegamos al Puente de Carlos, con sus esculturas a los lados.


Al final del puente, se encuentra esta puerta de entrada a la Plaza.


El famoso reloj de la Plaza. Es el reloj astronómico más antiguo de Europa.

En la plaza de Malá Strana, había más ambiente.



Sobre las 6 de la tarde entramos a cenar a un restaurante frente al reloj de la plaza.

Al estar en pleno centro, pensábamos que sería el típico restaurante de turistas y bastante caro, pero la comida estaba bastante bien, y encima era barato. También hay que decir, que en Praga se utiliza la Corona checa como moneda. 1 euro, eran unas 25 coronas checas, por lo que al cambio, nos parecía todo baratísimo.



De vuelta al hotel, fuimos por otro camino, y así pudimos ir haciéndonos una idea de todo lo que tendríamos que visitar.

Hacía bastante frío, pero esta vez íbamos bien abrigados.






Después de una buena pateada, nos retiramos al hotel a descansar.

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