6 de febrero de 2.007
Este blog relata la fantástica semana de vacaciones que pasamos en Praga, una preciosa ciudad a la orilla del río Moldava y capital de la República Checa. Ciudad que vio nacer a Franz Kafka.
Salimos temprano por la mañana desde el aeropuerto de El Prat de Barcelona.

Las vistas desde el avión, cuando puede verse algo, son espectaculares.
Sobrevolamos los Alpes suizos, y la verdad es que es una imagen maravillosa.

Llegamos al aeropuerto de Zurich, en Suiza, donde haríamos trasbordo.



Tras una hora, partimos en otro avión a nuestro destino final:
Praga.

A punto de aterrizar en tierra checa.

Al llegar a
Praga estaba nevando, pero enseguida paró y no llegó a cuajar.

Desde el aeropuerto, cogimos un autobús que nos llevaría a la ciudad, y allí, cogeríamos el metro hasta el hotel.

Nos hospedamos en el Hotel Angelis, que era limpio, cómodo y estaba situado junto a la fábrica de cerveza Staropramen. ¿Qué más se puede pedir?




El hotel estaba aproximadamente a 15 minutos andando del centro, así que lo primero que hicimos tras descargar las maletas, fue acercarnos al centro paseando para tener un primer contacto con la ciudad.

A las 4:30 de la tarde ya era
practicamente de noche.


Los
alrededores estaban
practicamente desiertos.


Llegamos al Puente de Carlos, con sus esculturas a los lados.


Al final del puente, se encuentra esta puerta de entrada a la Plaza.


El famoso reloj de la Plaza. Es el reloj astronómico más antiguo de Europa.

En la plaza de
Malá Strana, había más ambiente.

Sobre las 6 de la tarde entramos a cenar a un restaurante frente al reloj de la plaza.

Al estar en pleno centro, pensábamos que sería el típico restaurante de turistas y bastante caro, pero la comida estaba bastante bien, y encima era barato. También hay que decir, que en Praga se utiliza la Corona checa como moneda. 1 euro, eran unas 25 coronas checas, por lo que al cambio, nos parecía todo baratísimo.

Hacía bastante frío, pero esta vez íbamos bien abrigados.
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